La situación de
desempleo se define como aquella en la que una persona busca un empleo pero no
lo encuentra. Es imposible conocer exactamente la cifra de personas en esta
situación, aunque existen varios indicadores que tratan de aproximarse a dicho
dato. En España se utilizan dos indicadores que dan resultados diferentes. Por
una parte, tenemos la cifra de personas desempleadas inscritas en las oficinas
del Servicio Público de Empleo Estatal (el antiguo INEM) como demandantes de
trabajo. Este indicador subestima el paro, dado que muchas personas que no
tienen trabajo, no constan como inscritas, bien porque no reciben ninguna
prestación, bien porque no tienen expectativas de encontrar un trabajo por esta
vía. Además, el Servicio Público de Empleo Estatal utiliza un método de
clasificación que excluye de las listas a una parte de los registrados, como es
el caso de los trabajadores a tiempo parcial, colectivos que trabajan en
campañas, trabajadores de expedientes de regulación de empleo, estudiantes,
etc. Esto ayuda a explicar que el nivel de desempleo sea siempre inferior al
medido por otras fuentes.
Por otro lado, tenemos la Encuesta
de Población Activa (EPA), investigación continua y de periodicidad trimestral,
basada en las entrevistas realizadas a una muestra representativa del conjunto
de la población en edad de trabajar. Esta encuesta proporciona una información
altamente fiable. Se trata de una muestra de 65.000 familias al trimestre,
equivalentes a unas 180.000 personas y es el mejor indicador del que
disponemos.
A pesar de la buena capacidad de
la EPA para captar este fenómeno, cada
vez es más difícil identificar el paro. La línea que separa la situación de
empleo y paro, es en ocasiones difusa, como consecuencia de la extensión de la
precariedad y la utilización generalizada de contratos que cada vez tienen
menos duración. Muchas personas encadenan de forma recurrente periodos de
trabajo y paro. Hace unos años, un empleo significaba una garantía de renta y
estabilidad, hoy en día dicha realidad ha cambiado. Se considera empleo
cualquier vínculo laboral, aunque contenga escasos derechos, y cualquier
actividad que esté remunerada,, aunque sea por poco tiempo y con salarios muy
escasos. Una parte importante de la reducción del paro, se debe actualmente al
crecimiento de trabajos precarios, a tiempo parcial y/o de muy mala calidad. El
paro se sustituye así por formas de subempleo. Crece el número de contratos a
tiempo parcial y de personas que trabajan en empleo de cualificación inferior a
su nivel formativo. También se extiende el fenómeno de trabajadores y
trabajadoras pobres, con empleos cuyos ingresos salariales están por debajo del
umbral de la pobreza. Las mediciones del empleo, por tanto, no terminan de
reflejar correctamente la situación real del mundo del trabajo.
Hay dos maneras de bajar el paro:
creando empleo o eliminando parados. Aquí se ha optado por eliminarlos
formalmente. Es decir, sacándolos de las estadísiticas.
Antonio Casares, vecino de Getafe
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