¡FELIZ CARIDAD!
No
sé los que lean esto, pero yo ya estoy harta de esta nuestra Navidad. Harta de
esa supuesta alegría que, según todos los convencionalismos, es obligatorio que
nos embargue en estas fechas. Una
alegría desaforada, estentórea, falsa por impuesta y que, además, parece
que sólo se consigue comprando a un ritmo demente: gastos astronómicos en cenas
y comidas familiares que todo el mundo aborrece; en regalos excesivos para
demostrar status y no ser menos que nadie; en cantidades desmedidas de juguetes
que, pasados cinco minutos, hasta los niños encuentran absurdos…
Estoy
harta de las luces de colores parpadeantes hasta en los servicios; de los
villancicos mecánicamente repetidos a un volumen enloquecedor; de los papá noel
escaladores, esquiadores, patinadores, bailarines, cantantes; de los gorros y
pelucas de colores y formas imposibles; de los petardos a todas horas entre los
pies, en las papeleras, dentro de los portales; de la sensiblería y la
gazmoñería como reclamo comercial…
Pero
lo que definitivamente me pone los vellos de punta es el uso espurio de la
penuria ajena como adorno navideño. Que se acuerden de los necesitados sólo
para lucirlos en la foto. Que se les obligue a sobrevivir sin asistencia, sin
becas, sin prestaciones, sin apoyo, sin ayuda, durante todo el año y después se
les entreguen cestas de Navidad a bombo y platillo, en grandes titulares. Hay
que ser miserable para sustituir la justicia social por beneficencia, los
servicios públicos por limosna. Después de hacerles sufrir tantos recortes
sangrantes, quieren arrebatarles también la dignidad.
Parece
que no son suficientes los telemaratones navideños, los roscones solidarios, los bolígrafos o las
postales con los que nos tienen que recordar que hay gente que sufre. Faltaba institucionalizar
la caridad. Y luego no quieren abrir los comedores escolares durante las
vacaciones, única posibilidad para muchos niños de comer al menos un plato
decente al día, porque, según el presidente de la Comunidad de Madrid,
basándose en no se qué informe, existe un "problema de obesidad
infantil"; o porque se estigmatiza a los niños; o porque les consta que
ningún niño pasa hambre ...
Podría
pensarse que esa imagen de las señoras de postín organizando rifas o comidas en
beneficio de los pobres es únicamente un recurso literario o cinematográfico.
Prácticas de épocas pasadas. Pero no. Por Navidad toca retrasar 50 años
nuestros relojes.
Àfrika
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